jueves, 21 de abril de 2016

El éxito de lo kawaii cambió el concepto del diseño en este país por la época en que yo me estaba haciendo adulto. Ahora que tengo 42 años y soy padre de un niño de 3 años, nuestra casa está llena de cositas monas para el pequeño: juguetes, ropa, vajilla, lápices y papel, todo está decorado con esas caritas dulces de los personajes delanime y de los comics.

Francamente, estoy algo cansado de todo eso. El problema es que en las tiendas japonesas prácticamente no hay otro tipo de cosas para los niños. Tendría que remover cielos y tierra para encontrar objetos infantiles que no estén ilustrados con esos personajes edulcorados. E incluso, si encuentro algo que no sea de estilo kawaii, son los abuelos los que vienen con “una cosita mona para el pequeño”.
Tampoco se puede rechazar un cacharrito mono de un amigo bienintencionado. Así que los padres no tenemos elección en este Japón obsesionado por lo kawaii; sólo podemos sonreír y aguantar.

Soy un tipo de persona que no se siente cómoda con esas cosas monas exageradas por los medios de comunicación. No me malinterpreten. Yo tuve animalitos muy bonitos desde la infancia. Pero no quiero estar rodeado de ilustraciones de animalitos graciosos.

Los animales forman parte de la naturaleza. A primera vista pueden parecer graciosos; pero, si se observan detenidamente, se ve lo que pueden hacer con sus zarpas y sus dientes. Sus bonitas caras en los objetos de consumo apenas representan el mundo animal real con todas sus complicaciones, las cuales exceden nuestro conocimiento. Por tiernas que sean las ilustraciones, no son más que productos de la imaginación.

No estoy calificando la moda de los personajes de animales monos como buena o mala; pero yo quiero inculcarle a mi hijo una valoración real de la naturaleza. Mi problema es que vivimos en Tokio, la metrópolis más grande e importante del país, lejos de la naturaleza. Así que instalé un acuario en el comedor para un carpín común que capturé en un río. Es mi forma de rebelarme –con buenos modos, claro– contra la manía actual por las cosas monas. Por el momento no he visto que mi hijo admire mi microcosmos natural. Quizá los carpines comunes no son suficientemente encantadores. Pero no abandonaré. Voy a probar alguna otra cosa.

1 comentario:

  1. Esta publicación es tuya, sobre lo que tu piensas acerca del kawall? o es de otra persona que opina sobre eso

    ResponderBorrar